Es el estadio más avanzado de las enfermedades del hígado. Lo más común es que se la asocie al consumo de alcohol, aunque esto no es la única causa. Muchas otras enfermedades crónicas del hígado, e incluso ciertos fármacos, pueden causarla.
Básicamente se trata del reemplazo del hígado normal, por fibrosis (“cicatrices”). A medida que se va desarrollando la fibrosis, el hígado pierde su forma y tamaño normal y, además comienza a dejar de funcionar.
Hay que entender al hígado como “una fábrica” de sustancias que hacen falta en el organismo, y al mismo tiempo, como un gran “filtro” que detiene (metaboliza) ciertos compuestos que pueden resultar perjudiciales. En la cirrosis se van perdiendo ambas funciones.
Hay dos grandes momentos o estadios de la cirrosis:
- Cirrosis compensada
- Cirrosis descompensada
La primera puede durar muchos años y lo más habitual es que la persona que la padece no se da cuenta e incluso todos los estudios de sangre pueden ser normales.
En la segunda etapa, la descompensada, es cuando empiezan a ocurrir las consecuencias de esta enfermedad hepática. Es habitual el desarrollo de:
- Ascitis (acumulación de líquido en el abdomen) y edemas en los miembros inferiores
- Infección de la ascitis y más propensión a infecciones en general
- Várices esofágicas y/o gástricas
- Problemas renales, cardíacos y pulmonares
- Encefalopatia hepática (trastorno neuro-psiquiátrico)
- Carcinoma hepatocelular (hepatocarcinoma)
- Otras…
Todos los tratamientos que se dan en la cirrosis, son para manejar los síntomas y las complicaciones. El único tratamiento definitivo es el trasplante hepático
Las personas que presentan cirrosis deben ser seguidas por especialistas en hepatología y realizar diferentes chequeos vinculados a las complicaciones que pueden presentar:
- Endoscopías
- Ecografías
- Estudios de laboratorio (sangre y orina)
- Densitometría ósea
- Ecocardiograma
- Otros….
Además deben recibir vacunas
El hepatólogo determinará el momento oportuno para ser derivado y evaluado para trasplante hepático